Acercarse a la
Valoración de una Startup es un tema espinoso y delicado, del cual es probable
salir con varias “magulladuras”. Las propias características del término
“Startup” ya dejan claro que no nos enfrentamos a una empresa sencilla (aunque,
¿realmente existen empresas sencillas?). Hay que tener en cuenta que
pretendemos aproximarnos al valor de una compañía que reune algunas o todas de
las siguientes características:
- No tiene un historial de rendimientos. Ni buenos ni
malos, es que no los hay. La compañía suele ser de reciente creación.
- Su situación financiera actual “asusta”. Los “números
rojos” están por todos los lados y a los beneficios no se les espera hasta
dentro de un tiempo (llamémosle “prudencial”).
- Su actividad suele estar vinculada a las nuevas
tecnologías, lo que ocurre es que este concepto es amplio, ya que puede ir
desde un portal de venta on-line de orquillas para el pelo (por poner un
ejemplo. Desconozco si este negocio
existe como tal), hasta una aplicación biotecnológica muy sofisticada. Al
final, y dependiendo del negocio que se trate, puede resultar complicado tener
una visión del mismo, debido a sus características excesivamente técnicas.
- En ocasiones no existe un entorno competitivo en el que
mirarse, sobre todo cuando hablamos de productos/servicios extremadamente
novedosos. Pueden existir empresas similares que nos indiquen por dónde van los
“tiros”, pero no hay un sector consolidado alrededor de la Startup.
- Por último, y esto es ya desde un punto de vista
contable, en muchas (no en todas) de estas empresas no existe la posibilidad de
capitalizar los gastos en que incurren desde un principio para lanzar su
actividad. Me explico, si por ejemplo creamos desde cero una empresa fabricante
de magdalenas, todas las inversiones del comienzo (naves, maquinaria, etc)
figuraran en su activo de balance (imputándose a resultados periódicamente),
pero si la empresa fuese de venta on-line de zapatos, los gastos de lanzamiento,
promoción, crecimiento,… van directamente a la cuenta de resultados (salvo el
desarrollo de la plataforma web y poco más). Otra cosa distinta sería una
empresa que está desarrollando un prototipo de biotecnología (en ese caso sí se
podrían activar sus gastos como I+D). Resumiendo, muchas Startup se enfrentan
en sus primeros años a cuentas de resultados más sobrecargadas de gastos que las
existentes en otros sectores, (en los que capitalizan gastos y los difieren en
varios períodos).
Llegados a este
punto, y si decidimos seguir adelante con la Valoración de la Startup, me
gustaría dejar bien claro que no existen fórmulas mágicas para valorar este
tipo de compañías y es, en última instancia, el sentido común el que debe
primar sobre todo lo demás. Dicho esto, y según mi opinión, hay dos caminos que no cogería nunca para
valorar una Startup, y que son los siguientes:
1.- Determinar
el valor en función de las necesidades de liquidez de la compañía para
desarrollar el Plan de Negocio y en función del Capital que estamos dispuestos
a ceder. Es decir, si la Startup precisa X miles de €uros para los próximos
tres años y los actuales socios están dispuestos a ceder entre un 5%-15% del
Capital, en función de esto la empresa vale “tanto”. Puede ser un método válido
para llegar a un acuerdo de Precio entre las partes, no digo que no, pero en
ningún caso constituye para mí un sistema de valoración adecuado. No se tiene
en cuenta la actividad de la empresa, más allá de sus necesidades de liquidez.
2.- Utilización
de Múltiplos. Los hay de muy diferentes tipos: Precio/Ventas, Precio/Páginas
visitadas, Precio/Subscriptor, Precio/Habitante, etc, etc. Desde luego es una
forma muy rápida para llegar a un valor, pero muy inestable. En el año 99-00 se
utilizaron muchos múltiplos de estos para justificar precios estratosféricos de
las compañías “.com” y hoy sabemos cómo acabaron muchas de ellas. Estos métodos
son válidos únicamente como complemento a otros métodos más elaborados, pero no
deben constituir el núcleo central de una valoración.
Al final, para
valorar una compañía de estas características yo me inclino por el método
clásico, el Descuento de Flujos de Caja (*). El Valor de una compañía lo
determina su capacidad para generar liquidez en el futuro y lo demás son
“atajos” para intentar llegar a un valor lo más rápidamente posible. Además
existe un riesgo: una vez calculada una cifra por estos métodos “atajo”, si la
vemos escrita en un papel, automáticamente nuestro subconsciente nos
traicionará (utilizando ese importe como referencia en el futuro).
(*) Naturalmente, aplicar el método DFC en
una Startup requerirá una serie de ajustes que lo harán más laborioso. Será
necesario trabajar con diferentes escenarios probables, así como plantearse
desarrollar árboles de decisión, opciones reales, etc. Más adelante nos
adentraremos en estos métodos con más detalle.
Oscar Sánchez
Vela.
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