La Beta (β) es uno de esos parámetros que se utilizan en la valoración de empresas y que resulta a menudo complicado de entender (y ya no digamos de aplicar correctamente, o al menos con algo de sentido común). Vimos ya, hace unas semanas, el tema de la Prima de Riesgo del Mercado. Ésta se utilizaba en el cálculo del CMPC (Coste Medio Ponderado del Capital), lo que influía de forma determinante en el resultado final de una valoración. Bien, la Beta es otro parámetro más (junto con la Prima de Riesgo del Mercado) que intenta incluir una medida del riesgo en el proceso de valoración. Cuanto mayor sea ésta, mayor será también el CMPC y por consiguiente menor será el valor de la empresa.
¿Pero qué es la
Beta realmente?
Definiciones
encontramos muchas, por ejemplo, podríamos decir que es “…la pendiente de la línea de regresión que relaciona la rentabilidad
individual de una acción ó empresa, con respecto a la rentabilidad del mercado
en su conjunto…” y nos quedaríamos más “anchos que largos”, pero yo
personalmente, no me hago bien a la idea con una definición de este tipo. Una
interpretación más de “andar por casa” sería la siguiente:
- Si la Beta = 1, entonces significa que la empresa a
valorar tiene el mismo “riesgo” que el mercado en su conjunto (hablamos de
mercado para referirnos a la Bolsa)
- Si la Beta > 1, la empresa a valorar tiene mayor riesgo que el mercado.
- Si la Beta < 1, la empresa a valorar tiene menor riesgo que el mercado.
Más o menos,
podemos entender qué es la Beta, aunque el concepto “riesgo” es un poco amplio.
Podríamos decir que una empresa arriesgada es aquella muy sensible a los
cambios en la economía, con fuerte endeudamiento, que opera en sectores
extremadamente novedosos, etc…
Pero ahora bien,
¿Cómo se calcula? ¿Qué valor tiene la Beta dependiendo de si vamos a valorar
una u otra empresa? Aquí es donde está el “meollo” de la cuestión. Partimos de
una base difícil, que es el hecho de no poder cuantificar el riesgo. No
estamos hablando de medir unidades como metros, kgrs, etc. El riesgo es una
variable imposible de delimitar, al menos desde mi punto de vista, pero
estamos “obligados” a aproximarnos en todo lo posible si queremos hacer una
valoración. Evidentemente, de forma intuitiva todos percibimos que existen empresas
actualmente que tienen más riesgo que otras; no es lo mismo una compañía de
biotecnología que una de cervezas, por decir algo. El problema es asignar una
cifra a cada una de ellas que indique su riesgo (Beta). Existen consultoras
dedicadas a la elaboración de Betas sectoriales, por empresas, etc… En concreto, yo también he utilizado alguna vez datos sectoriales ofrecidos por Damodaran. No obstante, estos acarrean varios problemas: (i) están
calculados sobre cifras históricas, con el inconveniente que ello conlleva, ya
que el riesgo pasado no necesariamente será el riesgo futuro. (ii) además, los datos de riesgo de un
sector o de una empresa cotizada no tienen por qué ser iguales a los de la empresa
a valorar. Cada compañía es un mundo.
Aún así, esta
información es muy interesante y nos sirve para tener una referencia de por dónde
pueden ir los tiros. Os adjunto una tabla con datos sectoriales de Betas. He
seleccionado sólo 6 empresas, la mitad de ellas con una Beta baja y la otra
mitad con una Beta alta, para observar la razonabilidad o no de estas cifras.
Veréis que aparecen dos columnas, relativas a Betas apalancadas (que tienen en
cuenta el endeudamiento empresarial) y a Betas desapalancadas (que no lo tienen
en cuenta). De momento no entraremos en eso, para no complicarlo más.
Según los datos
anteriores, parece bastante razonable que una industria tabaquera tenga menos
riesgo que otra dedicada a componentes de automóviles, por ejemplo. Pero de ahí
a aplicar en una valoración estas Betas (por el mero hecho de pertenecer la
empresa a valorar al mismo sector) va un abismo. Cada empresa tiene sus
particularidades y su riesgo. Por ello, a la hora de calcular la Beta yo
propongo utilizar métodos cualitativos, que son aquellos en los que a través de
una serie de parámetros nos permiten determinar el riesgo empresarial. Los
parámetros que se suelen utilizar son el tipo de negocio, la estabilidad en los
flujos, el grado de endeudamiento, la calidad de sus directivos, etc...
Una tabla
que aparece en diferentes publicaciones y que puede resultar de utilidad es la siguiente:
Aunque parece
complicada, no lo es. Consiste en rellenar las casillas centrales (del 1 al 5,
de menor a mayor riesgo percibido) para las diferentes áreas de la empresa.
Cada una de estas áreas tiene asignada una ponderación y multiplicando ésta por
el riesgo que hemos completado, nos da el riesgo ponderado de cada área
(columna de la derecha). Al final multiplicamos el riesgo ponderado de toda la
empresa por 0,5. Y de este modo nos sale un valor para la Beta. En el caso del
ejemplo, Beta = 1,57.
Es una forma de
aproximarnos al riesgo de la compañía que queremos valorar. Siempre sin perder
de vista el sentido común. La Beta, ante todo, tiene que ser razonable.
No está de más para ello echar un vistazo (aunque sea de "reojo") al sector y en última instancia a
nuestra intuición.
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