Hace
poco, trabajando en la valoración de un grupo empresarial, y tras presentar
unas primeras conclusiones, el auditor del mismo nos hacía llegar una
comunicación en la que no estaba muy de acuerdo con la estructura de capital
que habíamos utilizado para el cálculo de la tasa de descuento, puesto que
según él, de la misma se “deducía” que la empresa se financiaba casi en su
totalidad vía fondos propios. A raíz de esta pequeña anécdota y puesto que
tengo el tema bastante “fresco”, he pensado que sería interesante profundizar
un poco más en el concepto “estructura de capital”.
La
estructura de capital no es otra
cosa que la ponderación entre la deuda financiera y los fondos
propios de una compañía. ¡En eso coincidimos todos! Se podrían incluir
otros pasivos financieros varios, pero para simplificar nos quedaremos
únicamente con los dos anteriores. Desde un punto de vista estrictamente
teórico se dice que esta proporción (o ponderación) define cómo financia la
empresa sus operaciones y activos (al menos una parte de ellos, puesto que toda
empresa genera una financiación “endógena”, por llamarla de alguna manera, vía
aplazamiento de pago a proveedores, etc..). Además, en lo relativo a valoración
de empresas, en muchos manuales se habla de “estructura óptima de capital”,
definida como aquella que minimiza la tasa de descuento y por consiguiente
maximiza el valor de la empresa. En fin, la teoría es una cosa y la realidad es
otra bien distinta. ¡¡A ver si soy capaz de explicar las razones por las que no
estoy de acuerdo con lo anterior!!
La teoría relativa a la "estructura de capital" es una cosa y la realidad es otra bien distinta.
1.-
Por un lado, se me hace muy “cuesta arriba” pensar que una estructura de
capital (D/D+E) digamos del 20%, por ejemplo, sea capaz de transmitirnos
información de cómo actuará la empresa a la hora de financiar un nuevo proyecto
(en qué proporción utilizará recursos propios y/o deuda financiera). Hay que
tener en cuenta que el concepto estructura financiera mezcla dos magnitudes muy
diferentes, por un lado los fondos propios (que por definición contable recogen
de forma “acumulativa” las aportaciones de socios y los beneficios/pérdidas
generados desde la constitución de la empresa) y la deuda financiera (que tiene
una absoluta variabilidad de unos períodos a otros y no es para nada
acumulativa). En fin, no veo que sean términos comparables. Sería (si me
permitís el ejemplo) como relacionar las calorías que hemos gastado desde
nuestro nacimiento (de forma acumulativa) con las calorías que hemos gastado en
el último año. Creo que no aportaría gran cosa esta proporción.
2.-
Por otro lado, el hablar de estructura óptima de capital a la hora de valorar
también me “chirría”. En la práctica diaria nunca (y cuando digo nunca es
nunca) hemos tenido en cuenta si la estructura de capital calculada para
valorar una compañía era la que minimizaba la tasa de descuento. No sé, quizá
esté equivocado, pero siempre hemos tratado de buscar aquella estructura que
corresponde con la realidad de la empresa a valorar, la que mejor se adapta a
sus circunstancias. Nunca hemos dedicado tiempo a conocer si es la óptima o no,
ya que esto supondría (desde mi punto de vista) alejarse de la empresa que se
somete a valoración.
He
realizado un pequeño esquema sobre las diferentes formas de aproximarse al importe de la estructura de capital y las comentaremos una a una, con el objetivo
de ir “descartando” las que no son recomendables.
a)
Valor contable
Aquí hay dos temas, utilizar el valor contable de la
deuda es totalmente razonable, puesto que suele reflejar de modo fiel (en la
mayoría de los casos) el importe real de lo que se adeuda al banco, ahora bien,
utilizar el valor contable de los fondos propios es ineficiente (se mire por
donde se mire). ¿Y por qué? Muy sencillo. Si estamos buscando conocer la
rentabilidad de los accionistas (Ke), lo lógico es que se determine en base al
importe que obtendrían por la venta de sus acciones en el mercado y no por el
valor que figura en la contabilidad, ya que el coste de oportunidad de invertir
ese dinero en otro tipo de activos cambiaría mucho. Es decir, si yo como
accionista puedo obtener una rentabilidad del 20% fuera de la empresa, lo
lógico es que saque mi dinero/participación de la misma vendiendo las acciones
por X millones (valor de mercado) y no por el importe que aparece en los fondos
propios del balance, y así pueda invertirlo en ese nuevo activo. ¡No sé si me
he explicado bien!
b)
Valor de mercado (compañías del sector)
Con este criterio, se busca la estructura de capital
tomando como referencia la de compañías del sector en que opera la empresa a
valorar. Se utiliza el valor de mercado, lo que me parece correcto, pero se
traslada toda razonabilidad hacia el “exterior”. A mí personalmente no me gusta
utilizar este método, puesto que considero que la estructura de capital a
utilizar debe tener en cuenta las circunstancias propias de la compañía y no
las de otras empresas. Para razonar un poco lo que digo, y volviendo al ejemplo
inicial del artículo, la estructura de capital (D/D+E) que calculamos era del
5% aproximadamente, mientras que las cifras sectoriales (obtenidas de una base
de datos) eran las del siguiente gráfico.

Como se puede observar, existe una diferencia
importante entre nuestro cálculo y el sector, pero eso no es todo, ya que
incluso dentro del sector y según qué años y zonas geográficas se tomen también
hay diferencias importantes. Por lo tanto, para mí no tiene ningún sentido
remitirse al sector cuando se trata de buscar la estructura de capital a
utilizar en valoración.
c)
Valor de mercado (gestores de la empresa)
Hay quien afirma que lo más adecuado para determinar la estructura de
capital para valorar es “preguntarle” a los gestores de la compañía. Es
posible, aunque tengo serias dudas. A lo largo de todos estos años creo que muy
pocos directivos me podrían haber facilitado una cifra en este sentido de forma
argumentada (más allá de las cifras contables). Por lo tanto, este método lo
descartaría desde un principio.
d)
Valor de mercado (actual estructura
financiera de la empresa)
Creo que es el método más razonable, lo cual no quita que tenga alguna
dificultad en su cálculo. Al final, se trata de ver cuál es la situación actual
de la empresa, ni más ni menos. Requiere de la utilización de cálculos
iterativos puesto que usamos el valor de mercado de los Fondos Propios (que es
precisamente el objetivo final de toda valoración) y éstos a su vez requieren
de la estructura de capital. Pero en fin, se puede calcular perfectamente. En
nuestro ejemplo, la estructura de capital era del 5%, lo que a priori puede
parecer muy bajo (e incluso un error), pero es que la realidad es tozuda y se
impone. La empresa tiene un nivel de deuda muy bajo y sus acciones un valor muy
elevado (se trata de una compañía con unos elevadísimos retornos sobre el
capital y además con crecimiento).
En fin, hasta aquí este pequeño resumen. Se me olvidaba comentar que
también hay defensores de utilizar los anteriores métodos de forma combinada o
mixta. Yo no lo recomendaría, si un método es poco razonable, ¿para qué lo vas
a mezclar con otro que sí lo es? ¿Acaso mejoraran las conclusiones? Yo creo que
no.